- Las Condes, Chile
- 24, Abril 2019
- Número: 579219
Negligencia y falta de ética médica con consecuencia de muerte
PRESENTE
Se cumplen dos años (25-04-2017) de la muerte de mi madre por negligencia médica e incumplimiento de los protocolos para aplicar a un paciente el llamado “tratamiento de mantención” que es, en rigor, una eutanasia, para la cual yo ni autoricé ni firmé documento alguno.Me acojo a esta página, una vez más, porque en Chile es la única donde nos reciben para poder expresar nuestro dolor, rabia y frustración, por lo que doy de antemano mis más grandes agradecimientos. Mi madre tenía 88 años cuando murió. Alcanzar esa edad en Chile es tener que enfrentarse cada día a la auténtica gerontofobia que padecen las personas que trabajan en el sistema de salud privado y público en este país. Las negligencias médicas y la falta de ética médica es con las que debemos enfrentarnos, y padecer, cotidianamente los familiares de una persona anciana. Mi experiencia, en dos palabras, es ésta: Help, una empresa de salud privada que atiende a domicilio, le negó la atención médica porque “ya era muy vieja y mejor era que muriera en su casa”. Yo tuve que trasladarla a una clínica privada y el diagnóstico fue que tenía una septicemia, de la cual se recuperó y vivió 8 meses más. En el calvario de su último ingreso de emergencia, salió de la Posta Central, después de 8 días allí, con su pierna derecha enyesada porque le habían roto una rodilla y con su espalda destrozada llena de escaras por atención negligente: no la cambiaban de posición ni ponían en funcionamiento el colchón anti escaras. La dieron de alta con fiebre de “origen desconocido”. Después la médica del Consultorio número 15 de Estación Central le recetó la mitad de una cápsula para, según diagnóstico, una neumonía —como sabemos, las cápsulas no se pueden partir—, al enterarse de ello, cambió a antibióticos en polvo que, supimos (después de su muerte), era para niños. Me vi obligado a trasladarla a la Clínica del Profesor a urgencia. Y allí terminaron de matarla. Lo siguiente es la carta a esta página que envíe en esos días muy dolorosos después de su muerte. Me he querellado contra esta “clínica”, pero los abogados son comprados por estas empresas “de salud” que sólo les interesan los pacientes menos enfermos y cobrar hasta por el aliento; y todo esto pagando sumas millonarias, antes a esas clínicas usureras y después a abogados sin escrúpulos que se venden al mejor postor.Hago un llamado a alguien que tenga ética profesional —abogado/a o periodista— y que quiera indagar en las terribles consecuencias de las negligencias médicas en Chile con consecuencia de muerte, y que quedan impunes por la corrupción lacerante en la salud pública y privada que se coluden con abogados y jueces. lamentablemente, el triste caso de mi madre no es la excepción, es la regla.En esta carta expresaba mi dolor y frustración que no ha mermado y no mermará si no se hace justicia.Mi madre entró a urgencia de la Clínica del Profesor el día 16-04-2017, con una infección urinaria. Allí la estabilizaron y después de dos días (el 18-04-2017) la cambiaron a Intermedio. Al cambiarla de camilla a cama, le rompen un hombro. Al hablar con el personal que la atendió, aseguraron que “venía con el hombro quebrado”. lamentablemente, no se reconoció el grave error al no saber tratar a una persona de 88 años, e indudablemente la trasladaron de los hombros y no con sabanillas.El viernes (21-04) y sábado (22-04) hablé con los médicos y dijeron que progresaba su mejoría y se le daría de alta entre el martes y miércoles próximos. El domingo (23-04) hablando con una enfermera, contó que mi madre se había sacado la sonda de comida de la nariz y que se dio cuenta “después de cinco minutos” y ya “había entrado materia”, lo que le podría provocar, según sentenció ella misma, una “neumonía por aspiración”.El lunes 23-04 me llaman a las 10:00 a.m. de Intermedio y me citan con urgencia. Hablé con una médica (nunca se presentó ni dijo cómo se llamaba) y me comunica que mi madre está muriendo, que tiene una septicemia irreversible, y que me “aconsejaba estar a su lado en el momento de su muerte”. Al querer estar en la intimidad con mi madre se me negó cerrar las cortinas por "reglas de la clínicas". Esta inflexibilidad inhumana, por cierto, no sirvió de nada: con las cortinas abiertas no vieron a mi madre sacarse la sonda de la nariz que le provocó la bronconeumonía fulminante que le provocó la muerte.Y, lo más cuestionable y la consagración de la negligencia médica: Cuando llegué ese día lunes 24-04 ya a mi madre le habían aplicado el "tratamiento de mantención", una decisión unilateral, para que muriera controladamente porque, según los médicos, una mujer y un hombre, ya "estaba muy vieja y nuevos tratamientos eran innecesarios". No se firmó ningún documento en que se permitiera esa "solución"; es decir, la aplicación del “tratamiento de mantención”, como indica la ley, para que muriera sedada.Mi madre sufrió un daño severo en el hombro por negligencia médica. Y murió porque el personal sanitario no vio que se había sacado la sonda por la cual se alimentaba, lo que le costó la vida: una muerte por negligencia médica. Curiosamente, no se menciona en el documento de defunción la bronconeumonía. El motivo oficial de su muerte es: “Shock séptico foco urinario” (la infección urinaria estaba ya -casi-, según todos los médicos con los cuales hablé, solucionada) y “pielonefritis aguda”; sus riñones, según estos mismos médicos, estaban, si no perfectos, buenos y “resisten bien”.En la respuesta de la clínica al primer reclamo que se hizo, plantea que la paciente tenía neumonitis aspirativa y problemas a la tiroides; con los cuatro médicos con los que mantuvimos comunicación nunca nos informaron de esas dolencias. En esa respuesta de la clínica tampoco da una respuesta del hombro dañado ni de la bronconeumonía aspirativa por la sacada de sonda en Intermedio, que es lo que le provocó la muerte, y no la infección urinaria séptica, como indica el documento de defunción. Tampoco se menciona que a la paciente, en forma unilateral, se le aplicó el " tratamiento de mantención" para que muriera sedada dejando de aplicarle medicinas y atención para salvar su vida; y que no se firmara ningún documento que permitiera esa "solución" por su hijo y apoderado, como lo indica la ley. Los motivos que dieron los dos médicos (una mujer y un hombre que no se presentaron) fue que "era ya muy vieja para más tratamientos". Esto es un verdadero asesinato planificado y cubierto por prácticas médicas de absoluta negligencia y falta del mínimo sentido de la ética médica. ¿Tendrá mi madre el merecido descanso cuando se haga justicia?
Autor: J.V.