Horrible atención, pésimo servicio

El recinto no controla el acceso de público ni respeta la capacidad del lugar, ya que sólo se dedica a cobrar entradas y poco se preocupa de la comodidad de los visitantes. No existen guardias que controlen el consumo de drogas ni alcohol, por lo que me tocó ver varias escenas que distan bastante de la "entretención para toda la familia" que prometen. Las piscinas tampoco dan a vasto, por lo que hay que olvidarse del nado y limitarse a encontrar un lugar más menos desocupado y estar quieto igual como si fueras en el Metro. Los lugares con sombra con escasos, por no decir nulos, por lo que, si tienes suerte, puedes encontrar un metro cuadrado de pasto para poder tirar una toalla justo al lado de otra familia o quedarte toda la tarde sentado en la mesa roñosa que te tocó (si es que encuentras una). La señora del baño es bien pesada y se enoja si no le das propina, como si la entrada no fuera ya suficientemente cara. NO VALE LA PENA IR, mejor mójese en su casa y no pase malos ratos.