- Providencia, Chile
- 05, Diciembre 2020
- Número: 744431
Un día 2 de Enero del 2007 fui notificado de mi estatus de VIH positivo en un consultorio de Providencia, tenía 19 años. Prontamente ingresé al programa de infectología del Hospital del S. en la misma comuna, para comenzar a recibir soporte clínico a mi enfermedad. No era la primera vez que visitaba ese hospital, había estado allí años antes siendo menor de edad para hacerme algunos exámenes. Recuerdo que tuve que esperar durante horas sentado en el suelo solo para pedir hora, cuando tocó mi turno un adulto mayor a mi lado rogaba por preferencia en la atención. La secretaria con actitud despreciativa se negó a atenderlo. Durante años cargué con la culpa por no haber cedido mi número a aquel anciano.Desde ese momento en adelante han sido innumerables las situaciones de maltrato, violencia, humillación y otros vejámenes más por parte de funcionarios de la salud, tanto clínicos como administrativos. sin embargo, tardé muchos años en darme cuenta de que la fuente de todas esas acciones de odio estaban fundamentadas en aspectos relativos a mi clase social, mi orientación sexual o mi estatus de VIH positivo. tuve que convertirme en especialista en Derechos Humanos para comprender que yo he sido víctima de discriminación y estigma por parte de estos funcionarios públicos.El estigma es una marca que es utilizada por las personas para discriminar. Discriminar es tratar inequitativamente a las personas en función de algunos de esos estigmas.En el Hospital del S. existen innumerables trabajadores que hacen un excelente trabajo, tienen un alto nivel técnico y poseen profundas cualidades humanas para tratar con los ciudadanos. Esos funcionarios se celebran y merecen el reconocimiento y el respeto de la sociedad. Existen sin embargo otros trabajadores, algunos que llevan años y que se caracterizan por poseer una fuerte cultura de la discriminación. Con el paso de los años tuve más valentía para reclamar y comencé a utilizar las plataformas de las Oficinas de Información, reclamos y Sugerencias (OIRS). Siempre las respuestas a mis denuncias han sido una hoja en blanco, lo que demuestra una cultura de la impunidad hacia esta violencia, que nunca ha sido abordada seriamente por las autoridades de este centro de salud.La última acción de discriminación la había sufrido por parte de un médico en la Unidad de Atención en Salud Sexual (UNACESS) el año 2019, entidades que son una calamidad y que se caracterizan por largas horas de espera y tratos crueles y degradantes. Hace poco acudí al centro de infectología a simplemente consultar si el testeo de laboratorio (que las personas viviendo con VIH en etapa crónica debemos hacernos de rutina cada 6 meses y que es un derecho de los pacientes consagrado en la ley) ya había vuelto a la normalidad. Ello porque estuvieron suspendidos por la actual pandemia de coronavirus. Nuevamente y por enésima vez una funcionaria pública tuvo un trato degradante y discriminador por mi condición de salud. Altanera y a gritos, vociferando cuestiones ininteligibles, ni siquiera me permitió hacer la consulta respectiva, solo alcancé a pronunciar la palabra testeo y su violencia indómita solo se acrecentó, callé y solo pregunté por su nombre. No contenta y mientras yo hacía fila para ser atendido, abandonó su ventanilla de atención y a viva voz comenzó a hacerme preguntas sobre mi salud sexual.La salud pública en Chile está enferma y en particular la salud sexual se ha caracterizado históricamente por el cáncer de la discriminación y el estigma. La solución: 1) capacitación periódica en Derechos Humanos a los funcionarios de la salud; 2) protocolos internos de calidad de la atención con enfoque de derechos y con procedimientos sancionatorios; 3) el compromiso de las autoridades de salud con una profunda reforma. Es la cultura lo que tiene que cambiar.
Objetivo:
Obtener una solucion
La salud pública en Chile está enferma y en particular la salud sexual se ha caracterizado históricamente por el cáncer de la discriminación y el estigma. La solución: 1) capacitación periódica en Derechos Humanos a los funcionarios de la salud; 2) protocolos internos de calidad de la atención con enfoque de derechos y con procedimientos sancionatorios; 3) el compromiso de las autoridades de salud con una profunda reforma. Es la cultura lo que tiene que cambiar.
Autor: A.F.