En la era digital donde la inmediatez es reina, es lamentable que aún existan empresas que no cumplen con los plazos de entrega establecidos, dejando a sus clientes en un limbo de incertidumbre y frustración. Un claro ejemplo de esta situación es el caso de Pedro, un consumidor que el pasado 14 de febrero de 2024 realizó una compra de 20 planchas de tatami por un valor de $202.740, con la promesa de que su pedido sería entregado en un plazo máximo de 10 días hábiles.

El esperado día llegó y, para su desilusión, el producto no fue entregado. Pedro, en un intento de buscar respuestas, se comunicó con la empresa a través de todos los medios posibles, pero sus consultas cayeron en oídos sordos. Solo recibió una vaga respuesta por correo electrónico indicando que su pedido estaba siendo preparado en bodega. Los días pasaron y la falta de respuesta continuó.

El silencio por parte de la empresa es inadmisible. En un mundo donde la comunicación es instantánea y las expectativas de los clientes son altas, las empresas deben esforzarse por mantener a sus clientes informados sobre el estado de sus pedidos. El incumplimiento de los plazos de entrega y la falta de comunicación no solo dañan la reputación de la empresa, sino que también violan los derechos del consumidor.

Pedro, cansado y frustrado por la falta de respuesta, decidió presentar una queja ante el SERNAC. Este es un paso importante, ya que es fundamental que los consumidores hagan valer sus derechos y exijan un servicio de calidad.

Este caso es un recordatorio de la importancia de la responsabilidad y la transparencia en el comercio electrónico. Las empresas deben entender que la satisfacción del cliente es clave para su éxito y deben esforzarse por mejorar su servicio postventa. En caso contrario, se arriesgan a perder la confianza y lealtad de sus clientes.

Margarita A.I.
Reclamos.cl