En la columna de hoy, me gustaría compartir la historia de una consumidora, a la que llamaremos María, y su desafortunada experiencia con la automotora Rosselot. María compró un Chery Tiggo 7 Pro el 2 de diciembre de 2022. El mismo día que se lo entregaron, descubrió que el vehículo tenía una falla de fábrica.

El problema se centraba en un módulo del volante, que hacía que este se cargara hacia la izquierda. A pesar de ingresar el vehículo para su revisión técnica al día siguiente, el problema persistió. María insistió repetidamente hasta que finalmente se identificó la falla. Aceptó la reparación y el cambio del repuesto, pero la solución tardó cuatro largos meses en llegar.

Cansada de esperar, María decidió recurrir al SERNAC, el Servicio Nacional del Consumidor. Sin embargo, no obtuvo ninguna respuesta satisfactoria. Finalmente, solicitó un cambio de unidad, a lo que la automotora accedió. Pero la pesadilla de María no terminó ahí.

Hoy, casi un año después, el 2 de noviembre de 2023, María aún espera que le cambien su vehículo. Sus intentos de comunicarse con la automotora han sido en vano, ya que no responden a sus mensajes ni a sus correos. María se siente frustrada y engañada. La marca en China parece estar evadiendo la situación, esperando que ella se canse y su reclamo prescriba.

Lo más alarmante de esta historia es que no es la primera vez que María tiene que lidiar con este tipo de problemas. Anteriormente, tuvo que cambiar otro vehículo debido a una falla de fábrica. Sin embargo, la automotora se niega a devolverle el dinero.

La experiencia de María es un claro ejemplo de cómo los consumidores pueden ser víctimas de prácticas comerciales desleales. Es necesario que las autoridades pertinentes tomen medidas para proteger los derechos de los consumidores y garantizar que las empresas asuman la responsabilidad de sus productos defectuosos.

Margarita A.I.
Reclamos.cl