La experiencia de Rosa con Chilexpress es un ejemplo más de cómo la falta de rigor en los procesos de entrega puede convertir una simple transacción en una fuente de frustración y desconfianza para los consumidores. La situación que describe, donde un repartidor opta por lanzar un paquete sobre una reja de tres metros, es un claro reflejo de la negligencia que parece haberse normalizado en algunas empresas de mensajería. Este tipo de incidentes no solo pone en riesgo la integridad del producto, sino que también socava la relación entre el cliente y la empresa, una relación que debería estar basada en la confianza y el respeto.

Es imperativo que las empresas de mensajería revisen sus protocolos de entrega y refuercen la capacitación de sus empleados para evitar que situaciones como la de Rosa se sigan repitiendo. La profesionalidad y el cuidado en el manejo de los paquetes no deberían ser la excepción, sino la norma. Además, es crucial que estas empresas establezcan canales efectivos de comunicación y resolución de problemas, para que los consumidores puedan sentirse escuchados y atendidos adecuadamente.

La experiencia de Rosa también nos invita a reflexionar sobre el papel de la tecnología en la logística moderna. Si bien los correos electrónicos y las notificaciones automáticas pueden agilizar los procesos, no deben reemplazar el contacto humano y la atención personalizada que los consumidores merecen. En última instancia, las empresas deben recordar que detrás de cada paquete hay una persona que confía en que su compra llegará en perfectas condiciones. La negligencia en el proceso de entrega no solo afecta a los productos, sino que también daña la reputación de la empresa y la confianza del consumidor.

Margarita A.I.
Reclamos.cl