En una reciente experiencia de un consumidor, que llamaremos Juan, se pone de manifiesto la lucha desigual que a menudo enfrentan los usuarios de servicios frente a las grandes corporaciones. En este caso, Juan intenta poner fin a su contrato con Verisure, una reconocida empresa de seguridad, pero se encuentra con una serie de obstáculos que, en su opinión, son abusivos.

Juan ha estado intentando ponerse en contacto con Verisure desde la semana pasada para cancelar su contrato. Finalmente, logró que le respondieran y coordinó la recogida de los equipos. Sin embargo, este proceso ya ha supuesto una semana de retraso, tiempo durante el cual Verisure ha seguido imponiendo sus propios plazos y trámites.

La situación empeoró cuando un ejecutivo de la empresa le informó que, para proceder a la recogida de equipos, debía firmar un documento exigiendo el pago de un término de contrato equivalente a 12 UF, una cifra que Juan considera francamente inaceptable, ya que ha pagado religiosamente su cuota mensual, además de los costos de instalación de los equipos.

Juan, como muchos otros consumidores, se siente frustrado y desatendido. Asegura que fue tratado con suma cortesía y eficiencia cuando contrató los servicios, pero ahora que desea poner fin al contrato por motivos de fuerza mayor, se encuentra con una serie de problemas.

Juan está decidido a no pagar más a partir de este mes (noviembre), ya que se va de la oficina donde se encuentra instalado el sistema de seguridad. Ha dado a Verisure hasta el 30 de noviembre para recoger los equipos, advirtiendo que no puede hacerse responsable de ellos después de esa fecha, ya que no estará en la oficina.

Esta experiencia de Juan es un claro ejemplo del desequilibrio de poder que a menudo existe entre los consumidores y las grandes empresas. Es una llamada de atención para que las empresas traten a sus clientes con el mismo respeto y consideración al finalizar un contrato como lo hacen al inicio.

Margarita A.I.
Reclamos.cl